Cuando uno sueña con relajarse seguro que lo hace visualizándose tumbado en una hamaca, con una leve brisa en la cara y un refresco en la mano. Un suave balanceo y a uno se le cierran los ojos mientras se le queda la sonrisa congelada de felicidad.
Lo bueno es que no hace falta irse a Jamaica o a un hotel para disfrutar de una. Hoy en día venden hamacas gigantes que podemos poner en el jardín de casa o junto a la piscina. Y diría yo, que más de uno, hasta la tiene instalada en el interior de su salón.
Las hay muy rústicas, las de siempre, para enganchas de árbol a árbol, o de rama en rama. Individuales, dobles o incluso familiares, o también para viaje, ideales para camping. En este caso hay que tener en cuenta la seguridad y anclarla muy bien con mosquetones y cuerdas específicas. Las más hamacas más modernas llevan soporte de madera o de hierro incluido y no van colgadas, sino suspendidas desde el suelo con el soporte. Eso si, para éstas necesitaremos más espacio porque abultan más.